Yo caminaba de noche esperando que las calles no me llevaran a casa pero los pies seguían la ruta de siempre. Cerré los ojos, apreté los puños y pedí un deseo; maldije tu nombre y te grité; te grité como si estuvieras frente a mí y con el anhelo de que vieras como mi rostro se hinchaba de rabia. Pateé un cesto de basura, golpeé el cofre de un coche, abracé el asfalto y me desdoblé; regurgité mi corazón y salió en mil pedazos, desangré, lloré y me dormí. Sobreviví a la hipótesis de morir por ti y tú tomaste forma de poema. “Si me rompes el corazón te convierto en versos” fue mi advertencia y hoy es mi condena.
2012/06/15
Me quedo un viernes en la capital | CONDENA
CONDENA
Por Liliana Cavazos
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Intenso!
ResponderEliminarLo amé!
ResponderEliminar;)
EliminarEs una pieza muy ruda
ResponderEliminarbien chido, bien punk
ResponderEliminar