Por: Liliana Cavazos
El año se acaba y sus minutos caminan al poniente buscando donde se pone el sol.
Algunos tantos de ellos rompen reglas y en su andar miran atrás… me saludan, me sonríen, me guiñen un ojo, me mandan un beso tronado, y, uno que otro me grita mentadas.
A mi solo me queda una sonrisa, y, agitando con la palma derecha de mi mano un saludo: corto-corto-largo-largo.
Adiós, amigo, ya eres viejo, amigo. Otro día te recordaré, te mueres en el calendario pero tus días se quedan avivados en esta vida como una gran lección.
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